La ciencia de la santidad

domingo, 23 de agosto de 2009
Posted by P.F.


Para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos. (1 Tes. 3: 13.)
La ética inculcada por el Evangelio no reconoce otra norma sino la perfección de la mente de Dios, de la voluntad de Dios. Dios requiere que sus criaturas se conformen con su voluntad. La imperfección del carácter es pecado, y el pecado es la transgresión de la ley. Todos los atributos correctos del carácter moran en Cristo como un todo perfecto y armonioso. Todo el que recibe a Cristo como a su Salvador personal tiene el privilegio de poseer esos atributos. Esta es la ciencia de la santidad...

La gloria de Dios es su carácter... Este carácter fue revelado por la vida de Cristo. Para que pudiera condenar al pecado con su propio ejemplo en la carne, tomó sobre sí la semejanza de la carne de pecado. Constantemente contempló el carácter de Dios; constantemente reveló ese carácter al mundo. Cristo desea que sus seguidores revelen en su vida ese mismo carácter.

Ante el mundo, Dios nos está desarrollando como a testigos vivientes de lo que pueden llegar a ser los hombres y las mujeres por la gracia de Cristo. Se nos manda que nos esforcemos en procura de la perfección del carácter. Dice el Maestro divino: "Sed pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mat. 5: 48). ¿Nos martirizaría Cristo requiriéndonos una imposibilidad? ¡Nunca, nunca! Es un honor el que nos confiere al instarnos a ser santos en la espera de él. Puede capacitarnos para lograrlo pues declara: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" (Mat. 28: 18). Tenemos el privilegio de ese poder ilimitado...
Dios obra con los que representan debidamente su carácter. Mediante ellos se lleva a cabo su voluntad en la tierra como en el cielo. La santidad induce a su poseedor a dar frutos, abundando en toda buena obra.

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